De forma impoluta e inmediata


A veces se nos presentan situaciones inesperadas que pretenden ponernos a prueba, es como si estuvieran midiéndonos de alguna forma, como si tuvieran como objetivo hacernos conocer nuestros propios límites.

Dicen que no sabemos cuales son hasta que no nos vemos en la obligación de superarlos y quizá, esa fortaleza que no percibo en mi misma se deba a la multitud de veces a la que me veo abocada a superarlos. 

En cada ocasión que tengo o que busco, me detengo de cualquier obligación o actividad y reviso tantos y tanto beneficios como la vida me ha concedido porque son, sin duda, mi fortaleza.

Apreciar mi dicha me hace afrontar mi desdicha y alimenta mi fortuna y mi valía personal.

Confieso que debo esforzarme a cada instante por permanecer en pie contra la marea que avanza sin clemencia, luchar contra mis propios demonios y resultar intachable en todo momento.

Cansada de juicios, de permanecer inalterable a las provocaciones, de continuar a pesar del agotamiento que no se me permite y de las exigencias desmedidas de mi entorno, acudo al refugio de las letras para volcar mi desazón y tomar aliento.

Empieza en unas horas una nueva semana, y no tengo la esperanza de que se vean cumplidos mis deseos y mis necesidades y si, en cambio, exigida mi máxima atención en la resolución impoluta e inmediata de todos los asuntos, ya sean propios o ajenos, pero debo ser sincera y decir que no mantengo demasiada esperanza de ser capaz de aguantar demasiado tiempo en estas condiciones y a este ritmo...




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