Reclamo desmedido...

Cuántas veces habremos dicho que la sumisa necesita de cuidados y que una de las funciones del Amo es precisamente la de cuidar a su sierva. Yo soy la primera que ante cualquier mínimo problema acudo a su refugio, abuso de su confianza y me descargo entre sus brazos.

Resulta muy cómodo saber que cuentas con una persona que en todo momento te escucha, que siempre velará por lo mejor para ti y que siendo importante para Él puedes confiar completamente.

Pero a veces tengo la sensación de que movida por el egoísmo personal no es suficiente la atención que yo le presto y que muchas veces deja de expresarme sus temores, sus preocupaciones y muchas de aquellas cosas que Él necesitaría volcar en mí por no añadir más leña al fuego y aunque mi deseo es conocerlo todo y servirle para todo prima mi bienestar al suyo propio.

Creo que no soy la única que se aprovecha de esta particularidad, de los cuidados que los Amos disfrutan de concedernos pero creo que estos nos llevan en ocasiones a una visión demasiado centrada en nosotras mismas perdiendo una parte esencial de nuestro cometido.

Soy consciente que hay momentos y momentos, que en ocasiones nos vemos inmersos en problemas que ofuscan por completo nuestros días, pero personalmente no quiero que me sirva de excusa para dejar de lado mis obligaciones, esas que hacen que todo por cuanto trabajo tenga sentido.

Tengo la sensación de que últimamente he pecado de ello y a parte de pedir disculpas a mi Señor, que en realidad por si solas de poco sirven, procuraré ser a diario más consciente de ello y no acaparar tanta atención, que al final no me hace ningún bien y dejó mucho de ganar.

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