A la camita...

Una tarde tranquila en la que, extrañamente, corre la brisa al dejar la ventana abierta, acariciando nuestros cuerpos con sutileza, mientras el deseo que me acompaña desde hace días se apodera de mi y me pide que te suplique satisfacerlo...

Quisiera ir a la camita, mi Señor, con la excusa de una siestita quisiera acariciarte despistada, apenas un roce, un beso, y con una mirada pedirte permiso para el placer que quizás anheles de mí.

Me gustaría tentarte, que mi cuerpo supusiera para ti el dulce que tu paladar desea y la realidad de Tus perversiones, incluso de aquellas que permanecen adormecidas.

Comentarios

Entradas populares